miércoles, 18 de febrero de 2009

JUAN CARLOS GÓMEZ

BAJO UN SIGNO DE TIZA
(1996)


Un ciego amor viene y me embriaga
para que vuelva al niño, y ser el que era
al ver temblar, tan puras, las estrellas
mi inocencia. Cegado por las lágrimas
un dios sentía en mí que me habitaba.
Francisco Brines

Vuelve la luz a tus cansados ojos.
¿Es acaso
la mañana capaz de aunar los signos
que dan por cumplida la promesa
de aquella edad de vino y rosas?
Álvaro Valverde



un hombre sin recuerdos es madera
que flota sin saber
que un día fue árbol



BAJO UN SIGNO DE TIZA

bajo un signo de tiza están las huellas
de una antigua armonía
de un tiempo que abanica los sentidos
y los va despertando con su mano segura

signo que es aleteo de inocencia
una llama encendida que descubre la aurora

bajo él está tu signo
aquel que sin saber de ser promesa
pasó a ser cicatriz de vieja herida

una tiza sencilla
que cruje en el recuerdo
y encierra todo un mundo de nostalgias
de juegos incansables y certezas

penachos de la luz de la alegría

no olvides el valor de su secreto
no borres su figura de la pared del alma
bajo un signo está aquel mundo
que mudaba el color cuando querías

CERTIDUMBRE

¿en dónde te quedaste certidumbre?

caballo de cartón indio de plástico

¿en qué apagado silo permanece
urdida la inocencia?

tu reino fue de arcilla y pan caliente
fragancia de la higuera cuando revienta en fruto
seguridad que nace incuestionable
como la luz inventa su juego con las sombras
al pintar la pared del mediodía
con cada movimiento
en cada asombro

y busco entre los restos esparcidos por mi marea baja
cáscaras huecas conchas caracolas
maderas calcinadas por el sol y el salitre
algas secas
como jirón de piel

todos ellos testigos que me dictan su socorro al oído

como el que busca un rastro de tiza en las aceras

hoy soy lo que fui ayer mañana ansia en la piel
deseo
de hallar entre sus brumas la razón de una huida

un signo que rezume agua de madrugada
con que calmar la sed que deja la resaca

ASÍ COMO

así como las nubes
pudieran ser los sueños de los ángeles

sueños ingrávidos que aletean al viento
sueños en donde el maná se desgrana
en racimos de gotas de inocencia

así pequeña infancia
te conviertes en nube
cuando el sueño te arrulla




¡ARRIBA VIEJO TROTE!

¡arriba viejo trote!
que se obre en mí el milagro de tu correr ligero
sin débitos ni cargas
ni recompensas toscas
ahora que el cuerpo cruje y es ciega la inocencia

venid hasta mí pompas
burbujas irisadas ingrávidas que tiemblan
ahora que el alma tiene escamas de nostalgia
y rebrotan estelas de tiempos bendecidos
por un halo inocente

¡arriba viejo trote!
¡arriba arriba arriba!
que levanten el polvo del suelo del olvido
mis suelas desgastadas
que mi jadeo encandile la luz de los recuerdos
desde aquella frontera

venid hasta mi indemnes esponjosos y tersos
como esos farolillos que flotan en el agua con sus llamas
/temblonas
esforzados como aves migratorias

rotundos como pan horneado

venid viejos destellos de los juguetes rotos
y hablad de la excelencia con que la infancia alumbra



NO SÉ SI HA SIDO UN RUIDO

no sé si ha sido un ruido exterior a mi cuarto
o esa calma serena
con la que habla la noche directo al corazón
la que hizo que volviera aquella la calle

agua de manantial que corre cuesta abajo sin sentido del tiempo

mi calle
la ausente
aún se encuentra ahí envuelta en sueño
casi tangible como entonces
lodo tibio
fortín
rastro de tiza
escuela maternal que sobrevive
a ese color plomizo con que tiñe el olvido
sabor de caramelo que perdura
en el rincón más fiel de los sentidos

oh calle de mi vuelo no te pongas celosa no estés triste
las otras no enturbiaron tu figura son tan sólo
caminos cremalleras de números con nombre
tú eres tan distinta
dueña del secreto de la risa caliente
del sol de la amistad
del hálito jugoso de los juegos

murmullos tan lejanos que hoy crecen en mi boca por tu gracia

paréntesis seguro que cobija en los días de asedio




DESDE SU ALTURA

desde su altura se dominaba el bosque de altivas chimeneas
y las lomas
de roja piel de teja
al fondo el Guadarrama
es un lienzo lejano enmarcado en el aire
aliento último
que lanza verdes guiños a un niño de ciudad

cae a plomo el silencio en el sol del verano
y allí arriba
convertido en halcón que desde el risco
otea las quebradas
atento al movimiento a ras de suelo
empapaba las horas de locas fantasías

«no dudes en llamarme si no vuelvo
pequeño mundo erguido
le dije al despedirme
pues tú has sido la puerta trasera que encaminó la huida
en la hora callada de la siesta»

puesta a punto del ser que atento mira



CUANDO

cuando la casa es lumbre
castillo
buque insignia
maquina de coser de fiel galope
y suena en la memoria como un código morse
que desvela un secreto

campo de football o campo de batalla
bastión inexpugnable
fresco remanso
refugio

y en ella la humedad
como un humilde canto sobre el largo pasillo
es una mueca gris

un desconchón perfectamente
se puede convertir en ese mapa
locuaz e imaginario de algún país lejano
que inmenso y expectante
se coloca  a tu alcance



BAJO ESA LUZ TOPACIO

bajo esa luz topacio que despliega la infancia
se recortan enormes las figuras
los hechos se deforman
los sabores estallan en haces imposibles
igual que hacen los fuegos
esas noches de fiesta y de verano

las épocas del año
muestran su corazón cubierto de guirnaldas
y guían tu camino de aventura a través de su piel

todo guarda un valor sobrestimado y es curioso
que al hacer abstracción de aquellos años
en que el tiempo es inmóvil
al volver a mirar la escena oscurecida de sus días
persisten sus asombros
enormes las personas y los cuartos
y es por eso
que al entornar los ojos y el brasero
se me antoja encendido
y afuera el frío asciende y es pálido y ofrece
sones de pandereta y de zambomba
figuritas andantes con corderos al hombro
casitas de cartón en lejanía
y gallinas picando un campo de serrín y musgo verde
mi madre está en su cenit
coronada de estrellas que revientan un cielo azul marino
inventando montañas con cortezas de corcho
mojándose los dedos en un río plateado cuando moldea el mundo
al recrear la historia que dibujó un cometa con su rápida órbita

historia de amor vivo con un fondo sabroso
mazapán y guirlache


MADERA Y CLAVOS

madera y clavos

martillo madera y clavos

luz que invita intermitente
a volver a bajar escalones angostos

madera y clavos

martillo madera y clavos

su bajada era breve

oculta como un límite
hacia un mundo sutil de sensaciones

el alma serena del serrín y el sol de la viruta
la herramienta fraterna y el lenguaje
de las tablas de pino

madera y clavos

martillo madera y clavos

bajo los pies descalzos deslizo todavía
el áspero crujir de la viruta
como lajas que el tiempo me descubre

madera y clavos

martillo madera y clavos

su lento deslizar con el cepillo

el unte de la cola

aquella precisión con que sus manos
sabían encontrar
la verdadera forma


TODO CONVENCIONAL

incluso en el cemento a veces se vislumbra un poso de ternura
la huella perceptible de algún sentir lejano

bordado de una tiza sobre su piel rugosa
sobre sus duros labios

un corazón sangrante cruzado por un dardo
dos nombres
tan comunes
que podrían ser nuestros

debajo hay el testigo de una fecha

todo convencional sobre las grietas grises
tan terco y familiar
que podría pasar inadvertido



EL FRUTO DE LOS HOMBRES

aquel viejo trayecto hasta la charca
descubría la hermandad con la piedra
el despertar del musgo
la revolución de la zarza
el grito del tomillo

corría
las piernas arañadas camino de la cumbre
hacia el verde silencio en donde el aire
se descubría claro igual que lo era el agua

desde allí

desde el cobijo azul de su baluarte
con el frescor del baño de agua virgen
enumeraba el pueblo igual que un dios pagano
a lomos de su nube de poder y silencio

la torre de la iglesia
las calles tortuosas
sus cuadras que imprimían solidez a las casas
la fuente de los caños
como un punto de encuentro rumoroso y cercano
la plaza porticada el reloj la bandera
y a lo lejos sobre la raya ocre que pinta el horizonte
la faz cuadriculada de los huertos

seco y amarillento el redondel de la trilla
es un sol macerado al trote de las bestias

la ropa que se estira al aire del blanqueo
y el poder del hogar que asciende con el humo
es el fruto azulado que hoy precipita un sueño



SI MI NOMBRE ES UN HUECO

sus nombres se adormecen sobre el musgo
con que atempera el tiempo

aquellos nombres vivos que ocupaban espacios
pintaban horizontes
inventaban proyectos
se han ido acuclillando

aquellos poseedores igual que luminarias de la palabra vida
saltaban mi retina
despertaban mi oído
estallaban mi boca
como una letanía de esperanza

los que fueron señal y contraseña de mi mundo de tiza
camaradas de los descubrimientos
como yo buhoneros de cuentas de colores
se han ido diluyendo allá lejanos

sus sílabas formaron
un eco demolido que se vuelve más débil
que emborrona
sus facciones nubosas...

“El tiempo vuelve torpe algunas veces
a aquellos que lo surcan”

volved de entre las olas en que os abandoné
traedme vuestras caras
contadme vuestra historia lejos del territorio de la infancia
reverdeced el nombre que quedó amortajado
suspenso en nebulosas
volved como mensajes metidos en botellas
a la playa dolosa del presente

invocad los recuerdos como cuerpos celestes
que descubran alegres el lugar de la aurora donde nacen los pasos
donde crecen las ansias
venid sin la mortaja que os apresó en la espera
de las oscuras tardes de silencios espesos

venid venid decidme
si mi nombre es un hueco también para vosotros



QUE TODO CUANTO SOY ES PORQUE HUBO

ahora que vuelvo
para incubar el ansia en lo perdido
he de cerrar los ojos
para ver ese tiempo de cortos pantalones
con el que acaricié aromas olvidados

parado ante su luz
recuerdo
que un día amanecí cegado en la aventura
en la que nace el hombre
y ahora que lo soy
y que he vivido
cada día un mañana curiosamente enredo
en la vieja mochila del niño que te salva

desando los pasillos anegados
de tiempo detenido en una luz
difusa y débil
y al perforar las puertas que mudas permanecen
desgarro sus precintos
descerrajo sus cierres
que el olvido incrustó en su seca madera y me doy cuenta
que todo cuanto soy es porque hubo
palabras adecuadas y paisajes
en los que desgasté mis sólidos zapatos
barro con que amasé mi trozo de futuro
personas que se hicieron espejos con los años


VIAJERO DEL TIEMPO

el tiempo es un fogón con olor a centeno y crepitar de astillas
una plaza con bancos soleados
o esa calle
que late en el ascenso al minucioso
paraíso del quiosco

colores que se quedan para siempre
teñidos en el alma
impregnando un destello en la sorpresa
del momento fugaz que los despierta
y que reavivan
un tacto una textura
o el frescor que provoca
la vuelta melodiosa de una frase olvidada
de un sonido lejano

he venido hasta él
invocando aquel trazo de mi mundo de tiza

-látigo de blancura que desgarra
con roja cicatriz a la nostalgia-

Viajero del tiempo en viaje a un ayer que se remonta
al puerto de la mesa y del brasero que resumía el mundo
a los días de pan con aceite azucarado
a las viejas historias que rebullen
en el centro del alma de la lumbre
acunadas en los brazos del tazón y la leche

en brazos de la lenta cadencia de su tiempo



CIERTOS LUGARES

no te descubro nada si te digo
que hay sitios que conservas
debajo de la piel ciertos lugares
con esa resonancia que vibra en la memoria

son un viejo caldero de zinc que acoge tus goteras
son fulgores de asfalto
que vuelven al conjuro de los ojos cerrados
cuando deseas su beso sobre tu piel curtida
o aspirar la sentencia del aroma mojado
que se quedó en su mundo esperando tu vuelta

son amigos de polvo
que se vuelven de piedra cuando los necesitas
son armarios vacíos
que solamente esperan como vieja nodriza
a que traigas tu ropa
para hacer más tangible la niebla de su sueño



LA PLAZA DE SAN...

mira como despacio
el sol se funde sobre la plaza
mira
la sombra de los tilos
abrazando los bancos donde el tiempo bosteza

tantas veces me fui y tantas vuelvo
como gotas de lluvia que golpean la acera
por eso ella me aguarda con sus viejas raíces
es un apeadero que a casa me devuelve
con las risas jugosas de los niños
y los sueños postreros donde habitan los viejos

es la plaza indolente de la ciudad sin nombre
perdida en el rumor del agua de su fuente
anclada en los parterres de flores amarillas
que la abona la nostalgia
suspensa en los alados brazos de los kioscos

la ciudad tiene en ella
ese poso dorado de infinita paciencia
donde mirar despacio el tiempo que se pierde
donde ovillar las horas
con aroma a café a vermouth a vainilla

todos tenemos una clavada en el costado
como si de un corazón de piedra se tratase
yo aquí te la revivo

puedes ponerla el nombre


LA CASA DEL INDIANO

diríase que la suerte
fue como el mal ladrón que sale huyendo
dejando su botín tras el escape
pues la dejó desnuda ante el expolio
que de su bella estampa hizo el olvido

y es ese olvido cruel el que nos habla
por sus cristales rotos
o a través de la efigie de su altivez marchita
por un burdo tapiz de mala hierba

la casa del indiano que en su día
fue hija de la suerte
siempre a medio camino entre la bruma
y las aguas turquesas del pacífico
nos enseña desnuda
el mapa cardinal de su nostalgia
como una novia ajada en abandono
sobre un lecho nupcial de telarañas
de un tiempo que se fue y nos provoca
a mirarla con ojos agoreros
intentando escarbar bajo sus tripas
como okupas que buscan indecentes
la incruenta violación de sus secretos


EL MUSEO DE ARMAS

la luz de la mañana suspendía
banderas y estandartes conquistados
con la resignación que imprime la tristeza
acallando su orgullo con sombra en los blasones

crujían los pasillos
de aquel viejo armazón entarimado
dirigiendo mi asombro a la sala de armas

parecía el quejido con el que el tiempo llora
cuando se ve signado
por letreros pomposos con fechas y con nombres
adherido en el filo mellado de un alfanje
oculto en el abrigo que brinda una armadura
donde aún predominan el crujir de los huesos
y el chocar de los sables

todo cuanto veía no le hablaba de muerte a mi niño extasiado

no encontraba al dolor

ese que alza la gloria a sus hijos benditos

me sumía en el sueño de las gestas heroicas
y avivando las armas
empuñaba de nuevo el escudo bruñido que persigue victorias




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el miércoles de ceniza, día veintisiete de febre-
ro del año dos mil uno.